lunes, 15 de mayo de 2017

Jaque Mate

Avance de mi primera novela
 Espero comentarios de mis potenciales lectores.
 Tengo pensado editar el libro después del verano

JAQUE MATE (TÍTULO PROVISIONAL) 

Por Lluis Asunción

Capítulo I 


Bonn, RFA. 7 de junio de 1972

Andreas König, alias del agente especial del MI6 Kevin McBreed, de 38 años, hijo de un comandante de la RAF, miembro del contingente de fuerzas de ocupación británicas y residente en Karlsruhe desde 1956. Con un alemán perfecto y un entrenamiento de élite, fue infiltrado hacía ya más de un año en la organización nazi ODESSA, acababa de tener un golpe de suerte. O... eso creyó él. Su inmediato superior en la organización de antiguos combatientes nazis, le había mandado llamar para que acudiese a una dirección, una discreta casa, a las afueras de la bonita y flamante capital de la República Federal. Desde Bonn, llevaría un paquete a Berlín y lo entregaría a alguien muy importante de la organización ODESSA. La misión era peligrosa ya que, parte de su viaje tendría que hacerlo a través de la DDR o República Democrática Alemana y de forma clandestina. Era una excelente oportunidad para lograr conocer en persona a uno de los máximos responsables de la organización. De él solo sabía unas iniciales: KV, y que podrían muy bien ser sólo una clave. Iría a Berlín. Pero… Al día siguiente, al salir de la pensión en la que residía, ubicada en un barrio céntrico de Colonia, cogió su vieja moto, una KS 750 sin sidecar, de 1943, de la Zundapp*, muy popular años atrás entre las tropas de la Wehrmacht y se dirigió a Bonn con la intención de llevar a cabo su “importante” misión. Mientras surcaba los verdes campos de cultivos, principalmente, remolacha, patata y maíz, que flanqueaban la carretera secundaría, L300, que discurre casi paralela por el margen izquierdo del Rin, y que, actualmente lleva el nombre de Willy Brandt. Lo de circular por carreteras de segundo o tercer orden se había convertido casi una costumbre para trasladarse y hacer los recados que le solían mandar, pensó que tenía que avisar a su contacto del MI6 de ese inesperado golpe de buena suerte que suponía su viaje a Berlín. Detuvo la moto en un pueblo llamado Tannenbusch, junto a una cafetería. Entró y, en un alemán, con un ligero acento de Baden Württemberg, pidió una taza de café y unas tostadas. Dejó el casco color caqui, también resto de la desaparecida Wehrmacht, sobre la silla y se metió en una cabina de teléfono que había al fondo del local. “Sturmtruppe am Apparat”, dijo a la chica de la centralita de la sede oficiosa del MI6 en Hannover. La chica no pudo ocultar una risita, al escuchar el gracioso nombre en clave del agente. Tras un par de clics, sonó, potente, la voz de su enlace, “Ja, Ja”, (bromeó). Cuando terminó de escucharle, en tono mucho más grave, le dijo “Sea lo que sea lo que contenga el paquete que te van a entregar, no vas a ir a Berlín. Las órdenes son: Ve a Hamburgo, llamas a este número, anótalo. Das la misma clave que has usado para identificarte aquí. Sigue las instrucciones que te indique tu enlace y… desapareces. No podemos arriesgarnos a que cruces por territorio de la DDR. Vuelves a Karlsruhe. Te irás a Londres de inmediato” Kevin trató de argumentar, pero… la orden fue tajante. “NO, haz lo que te he dicho” Volvió a la mesa, bebió un sorbo de café, dejó unas monedas en la mesa, cogió el casco y salió a toda prisa del Café...

 Frente al número 8 de la calle Auf dem Hirschberg, había aparcado un inmaculado Mercedes azul con matrícula de Berlín Estacionó su motocicleta detrás del Mercedes y llamó a la puerta… Aunque con el gesto contrariado, Kevin iba a acatar las órdenes recibidas. Estaba entrenado para ello. Por tanto, en lugar de ir a Berlín, su destino era Hamburgo. En un portafolio, bloqueado con dos cerraduras de seguridad de combinación y metido en una enorme bolsa de piel que colgó sobre su hombro, llevaba su enigmático paquete. Contactó telefónicamente con el número que le había dado “la voz” desde Hannover. Pero… cuando “soltó” su “Sturmtruppe am Aparat”, la respuesta no fue, ni mucho menos la esperada. “¿Está de broma, gilipollas? ¡¡“Ve a tomar el pelo a tu puta madre!!” Colgó y llamó de nuevo a Hannover, repitió los mismos pasos que había dado esa misma mañana y explicó lo ocurrido. La voz: “Ha debido ocurrir algo grave”.

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