domingo, 27 de noviembre de 2016

Navidad en los 50. Manises (y muchos otros lugares)

Els Nadals pels anys 50 a Manises “Temps era temps quan encara les bruixes campaven dalt el campanar” (Lluis Llach, 1976) Como que estoy un poco hartito de referirme a la puñetera crisis (aunque, por lo visto y leído en los últimos días en los papeles, a nuestro ex alcalde y a algunos de sus familiares, ésta, la crisis, no lo es tanto) y a algunos aspectos de la política y a los atropellos, abusos y desmanes de gran parte de la Banca, hoy domingo día 25 de noviembre, ya cercana la Navidad, he decidido firmar una tregua unilateral (aunque no estoy muy seguro de que la cumpla hasta después de Reyes. Ya saben que la cabra tira al monte y… me viene a la cabeza la fábula de la rana y el escorpión) y voy a tratar de plasmar aquí mis recuerdos personales de la Navidades de los años 50. La mía era una de las numerosas familias ídem, que, junto a las de los hermanos de mi padre, podíamos reunir, frente a la comida, mejor dicho comidas de “los días de Navidad” (recuerden que había 3), gente suficiente para iniciar una manifestación. Para los más pequeños, esas reuniones familiares, eran quizás las más esperadas del año, especialmente para los que (como yo mismo) teníamos un padrino rico. “Lluis, El Curt”, que me hizo poseedor, a mis 7 u 8 años, de mi primer billete de 500 pesetas. Billete que pasó ante mí fugazmente para ir al bolsillo de mi madre, que no será que no tenía, la pobre, agujeros que tapar. Era el día de “Les Estrenes”¡¡¡. Tras la ilusión de esos días y de “acumular” una pequeña fortuna con la suma de esas “estrenes”, poníamos nuestro objetivo en el siguiente acontecimiento: La Nit de Reis. La cabalgata, los juguetes que los traían los Reyes Magos… Siendo aún muy niño, demasiado pronto, creo, empecé a sospechar que aquello no era trigo limpio. Especialmente cuando un año descubrí que, uno de mis juguetes y otro de mi hermana Matilde, 5 años menor que yo, se parecían sospechosamente a los que nos habían traído en ejercicios anteriores. Claro, mi “tio-abuelo” Nassio, el Fuster, al que muchos de ustedes recordarán, era nuestro juguetero familiar. Lo mismo creaba una casa de muñecas (juro que una de esas casas que él construyó se halla en una casa-quasi museo de Pedralba), que me hacía un arsenal de armas de madera. Un año, fabricó para un servidor, una matraca monstruosa, calculo que de unos 80 cm. Y en forma de cruz. Hecha de madera de haya y concebida para mayor tormento de quienes la tuvieran que escuchar. Teníamos los niños la costumbre, la tarde de Nochebuena, de “visitar” comercios y algún que otro domicilio, a fin de solicitar, “amablemente” y armados de cualquier cosa que hiciese mucho (y molestísimo ruido), el aguinaldo. Consistente principalmente en chucherías y productos propios de la temporada: castañas, avellanas, polvorones, nueces y… ocasionalmente alguna moneda. Ese año, 55 o 56, ante el uso de mi exagerada matraca, o tan solo la “amenaza” de usarla, nuestros “clientes” aflojaban de inmediato el aguinaldo, tan amablemente solicitado. Lo de cantar villancicos, estaba reservado para unos pocos privilegiados. Lo más efectivo era montar una buena bulla, a fin de recoger la “recaudación” y partir hacia el siguiente comercio. Mi infancia no hubiera sido como fue, sin este “tío-abuelo” de adopción (estaba casado con una prima hermana de mi abuela Roseta) que tuve la suerte de tener. En otra ocasión, si se me permite, le dedicaré al “Tio Nassio” un capítulo aparte. Llegaba la NIt de Reis y… pasaba la cabalgata por la puerta de casa, al Carrer Nou, lugar (ironías del destino) donde hoy se ubica la sede del PP, y donde mis padres regentaban una Churrería. Las calles (esta tampoco) estaban sin asfaltar y… en los días lluviosos, se ponían intransitables, incluso en ocasiones, si la ahora llamada “gota fría” nos pillaba en la doble sesión continua del Germanies, quedábamos aislados dentro del cine. Resultaba casi imposible cruzar la calle para volver a casa. El que no hubiese asfalto en la mayoría de calles, nos permitía a los niños excavar los necesarios hoyos para jugar “al guà” (canícas). No solo no había asfalto en las calles, calles que eran como una extensión de nuestras casas, echábamos el día en esas calles, jugando y… también haciendo trastadas. Recordemos que no había tele. Eso sí, un par de días (o más) a la semana, teníamos cita en el Germanies. Dos pesetas, dos películas (puedo asegurar que, una vez dentro, hubo ocasiones en que visioné las dos películas, dos veces seguidas¡). Un día, con 6 o 7 años, me quedé dormido viendo, Quo Vadis, ¡por segunda vez esa misma tarde¡. Tuvieron Mi abuelo materno, Sandalio Martínez Andreu, que era todo un personaje y que, como el "tio Nassio", merecería un capítulo aparte, me aficionó, desde muy niño a ir al cine. Tenía un amigo de nombre Leoncio y que resultó ser el maquinista o encargado de la proyección de las películas que visionamos en ese (casi único) lugar de esparcimiento donde podíamos dejar volar nuestra joven imaginación, conviertiendonos durante un tiempo en el protagonista de la historia que nos mostraba la pantalla. Espadachines, romanos (buenos), vaqueros, soldados (americanos buenos, eso sí) y... alemanes y japoneses malos (eso también). Fue durante la visión de alguno de esos filmes cuando me enamoré perdidamente de Nathalie Wood (Esplendor en la hierba), donde me sentí realmente protegido (como niño que era) por Alan Ladd (Raíces Profundas, 1953) y un sinfín de películas que se grabaron en nuestra memoria (colectiva e individual) durante esos años de la infancia en los que cual ladrillos a una casa, esas historias construían día a día, cómo iba a ser nuestra personalidad, nuestra manera de contemplar (y enfrentarse) la vida. Volviendo a la relación (la cual pensé que tenía olvidada) entre Leoncio, el maquinista-proyeccionista del Germaníes, mi abuelo Sandalio y el que esto suscribe, relataré un episodio que, en relación a esto, me ocurrió hace unos 20 años durante el visionado de la película Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, 1988. A pesar de que la mayoría de mis potenciales lectores la habréis visto, me permito contaros el argumento de el magnificamente contado relato que se narra en Cinema Paradiso y el porqué del efecto que este (autobiográfico, de Tornattore) film causó en mi memoria. Argumento: Salvatore Di Vita, director de cine de éxito, se entera que su viejo amigo y mentor ha muerto. Vuelve a su pueblo natal para asistir al funeral de su amigo Alfredo, quien fue el proyeccionista del cine que había en su pueblo durante su infancia en Sicilia. Pronto, los recuerdos de su primer amor, sus juegos de niño y travesuras y todos los capítulos que marcaron su feliz infancia vuelven a su mente, reencontrando a Salvatore con la vida que abandonó 30 años atrás. Es así como se relata y presenta al pequeño "Totó" (Salvatore), quien era inseparable de Alfredo y sólo quería vivir de las películas, un sueño que hace realidad. Estaba sentado junto a Vallivana, mi hija, que tenía unos 11 o 12 años y mi esposa Amparo y... tal fué mi identificación con el niño (el propio Tornattore) protagonista de la película, que, tras la tragedia ocurrida en el edificio que albergaba el Cinema Paradiso y la trágica muerte de su amigo (maquinista), mi nudo en la garganta se "desnudó" y... una serie de incontrolables sollozos sorprendieron a mi hija, de tal modo que ella también empezó a llorar, no entendiendo (hasta que pude sobreponerme y explicarme) qué me ocurría y... suplicándome que dejáse de llorar o... ella también seguiría llorando. Durante muchos momentos del minutaje de la película, YO "era" (había sido), el Tornattore niño de la historia que contaba parte de su infancia. A modo de breve recopilatorio, listaré algunas de esas películas que, de un modo u otro, dejaron su impronta en mi jóven cerebro. Quién (nacido entre finales de los 40 y mediados de los 60) no recuerda algunos de estos títulos: Rebelde sin causa, Ben Hur, La ventana Indiscreta, Vértigo, Con la Muerte en los Talones, El Crepúsculo de los Dioses, La Ley del Silencio, El Puente sobre el río Kwai, La noche del Cazador, Extraños en un tren, etc.. sin olvidar la aportación del cine español: El pequeño Ruiseñor, Marcelino, pan y vino, Bienvenido Mr. Marshal, El Verdudo, Plácido, etc, etc.

martes, 22 de noviembre de 2016

Manipulación de las Noticias en los "mass media" al servicio de quienes ni se presentan a las elecciones

La verdad es que si uno quiere comentar lo que ocurre en el mundo y ha de basarse en los "mass media" habituales, es descorazonador comprobar hasta qué punto se atreven a manipular los hechos, convirtiendo lo que debería ser meramente una noticia, en munición de todos los calibres contra todo aquel (individuos u organizaciones, sociales o políticas) que piense distinto. Hay veces que, la manipulación (o su intento) es tan burda o infantil que parece "elaborada" para inocularla directamente en la mente de un (abundante) estrato de la sociedad, que cree cualquier "noticia" que le sirvan los medios a los que me refería anteriormente. Thomas Jefferson, hace más de 200 años ya advertía de ello en el Congreso de los EEUU. "Si no se controla el creciente poder de la banca y las grandes corporaciones, un día descubriremos que todo lo que creíamos nuestro, pertenece a ellos". Y... un servidor añade modestamente que, a esa reflexión de Jefferson, habría que incorporar (entonces ni se soñaba) los actuales medios de prensa y TV. Manipula, fabrica noticias falsas, injuria, miente. Una vez en el aire, el daño ya está hecho. Ese parece ser el modo de operar de los medios y "periodistas" al servicio de los poderes fácticos a los que me refería al principio No quería ponerme serio, pero... al final...

jueves, 17 de noviembre de 2016

Dylan, Cohen y mis reflexiones

Ayer escribíamos acerca de la decisión personal de Dylan de no acudir a Estocolmo al acto de entrega de su premio literario. Supongo que, a estas alturas de su vida (aunque hay quien me ha apuntado que "ese tío pasa de todo, desde hace años") un premio más, aunque sea el que fundara el padre de la Dinamita, no debe preocuparle mucho. Uno, que tiene cierta afición a juntar letras desde que era un crío, no alcanza a comprender (aunque sí a respetar) qué motivos puede tener Dylan para renunciar a ese sueño de cualquier autor: El reconocimiento universal a su obra personal. En fin, sea como sea, su obra le trascenderá a él y a unas cuantas generaciones que crecimos escuchando su Aleluya o su Knockin' oen heaven's door. Gracias Maestro. Thank you so much¡¡ No quiero terminar hoy sin mencionar (llevo varios días tratando de hacerlo) al recientemente fallecido Leonard Cohen. Su obra marcó, con matices, a las mismas generaciones que su colega Dylan. A un servidor en particular, con una hermosa canción cuyo esperanzador mensaje me acompaña en ciertos momentos de nostálgica melancolía La versión que este canadiense hizo de este (presunto) clásico del folk francés (The Partisan), tiene la virtud (?) de emocionarme cada vez que la escucho. Vaya con ello mi modesto homenaje a Cohen When they poured across the border I was cautioned to surrender, This I could not do; I took my gun and vanished. I have changed my name so often, Ive lost my wife and children But I have many friends, And some of them are with me. .../... Cuando (los alemanes) cruzaron la frontera, fui advertido para que me rindiera. No podía hacerlo. Cogí mi pistola y huí, me desvanecí. He cambiado de nombre muchas veces. He perdido a mi esposa y mis a mis hijos. Pero tengo muchos amigos y... Algunos de ellos están conmigo. Mañana, cuando esté más animado (la prensa diaria no ayuda mucho) ya publicaré el menú del día. Hoy no tengo ganas

Dylan, Cohen y mis reflexiones

Ayer escribíamos acerca de la decisión personal de Dylan de no acudir a Estocolmo al acto de entrega de su premio literario. Supongo que, a estas alturas de su vida (aunque hay quien me ha apuntado que "ese tío pasa de todo, desde hace años") un premio más, aunque sea el que fundara el padre de la Dinamita, no debe preocuparle mucho. Uno, que tiene cierta afición a juntar letras desde que era un crío, no alcanza a comprender (aunque sí a respetar) qué motivos puede tener Dylan para renunciar a ese sueño de cualquier autor: El reconocimiento universal a su obra personal. En fin, sea como sea, su obra le trascenderá a él y a unas cuantas generaciones que crecimos escuchando su Aleluya o su Knockin' oen heaven's door. Gracias Maestro. Thank you so much¡¡ No quiero terminar hoy sin mencionar (llevo varios días tratando de hacerlo) al recientemente fallecido Leonard Cohen. Su obra marcó, con matices, a las mismas generaciones que su colega Dylan. A un servidor en particular, con una hermosa canción cuyo esperanzador mensaje me acompaña en ciertos momentos de nostálgica melancolía La versión que este canadiense hizo de este (presunto) clásico del folk francés (The Partisan), tiene la virtud (?) de emocionarme cada vez que la escucho. Vaya con ello mi modesto homenaje a Cohen When they poured across the border I was cautioned to surrender, This I could not do; I took my gun and vanished. I have changed my name so often, Ive lost my wife and children But I have many friends, And some of them are with me. .../... Cuando (los alemanes) cruzaron la frontera, fui advertido para que me rindiera. No podía hacerlo. Cogí mi pistola y huí, me desvanecí. He cambiado de nombre muchas veces. He perdido a mi esposa y mis a mis hijos. Pero tengo muchos amigos y... Algunos de ellos están conmigo. Mañana, cuando esté más animado (la prensa diaria no ayuda mucho) ya publicaré el menú del día. Hoy no tengo ganas