sábado, 28 de agosto de 2021


Nuestros padres, el día de su boda, 1939

CAPÍTULO VII
(Fragmento)

Una mañana, recibo una inquietante llamada de mi hermano. Empezó con el consabido “Tenemos que hablar”, en un tono (si conocería yo a mi hermano) muy, pero que muy poco tranquilizador. Estábamos aún en verano y Pepe, había alquilado una casita de campo, en el paraje cercano a Manises, conocido como La Presa, junto al río Turia, a fin de que mis padres, con algunos de sus nietos, pasaran allí los meses de julio y agosto. Pepe, nos citó allí, en aquella casita de verano. Negándose, a pesar de mi insistencia, a desvelar el motivo de aquella, aparentemente urgente reunión familiar. Al finalizar mi horario, en la oficina de Ford, recogí a mi mujer en casa y salimos hacia Manises.

La entrada en la casa, y la, por otro lado incomprensible actitud de mi madre, ya nos tendría que haber puesto en guardia para lo que se nos venía encima. Pero… no podíamos haber imaginado, ni en mil años, qué estaba a punto de pasar.

Para empezar, mi madre, sin disimulo alguno, negó el saludo a mi esposa. Y, María, haciéndose la ofendida, se negó a salir de la habitación en la que se encontraba a nuestra llegada.  Nosotros no entendíamos nada. Aunque… Pepe nos lo iba a descubrir en los siguientes minutos. 

 

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