jueves, 5 de septiembre de 2013

ERASE UNA VEZ... UN CAMPO DE GOLF (I)

ERASE UNA VEZ UN CAMPO DE GOLF
PARTE I



Hace mucho, mucho tiempo… Transcurría el primer cuarto del siglo pasado, Manises, mi pueblo, tenía unos 6000 habitantes. Algo convulsionó la laboriosa (había en aquel entonces un montón de pequeñas fábricas y talleres cerámicos), pero tranquila vida de la villa: El ministerio encargado del ramo (creo que entonces se llamaba el de la Guerra –¡Jesús¡-), había decidido construir un aeródromo o “camp d’aviació”. (Denominación más popular y arraigada entre los vecinos de Manises).
Algunos de los propietarios de los terrenos donde se ubicó el primitivo aeródromo, tuvieron que ceder sus tierras, dedicadas principalmente al cultivo de la vid, almendros, algarrobos y algunos (menos) árboles frutales. Corría (creo) el año de 1929 cuando se inauguró el “camp d’aviació”. A decir de mi madre, que, siendo una niña, estuvo presente (en tierra naturalmente) durante el primer vuelo, las hélices del aparato pusieron a todos los presentes, perdidos de polvo y tierra (las "pistas” eran de tierra batida y apisonada)y, al parecer  fue todo un  acontecimiento.

Transcurriendo el tiempo, las autoridades competentes, militares, por supuesto, fueron demandando más y más territorios (más expropiaciones forzosas) para poder llevar a cabo las sucesivas ampliaciones del primitivo aeródromo y convertirlo así, en un moderno aeropuerto. Al principio de los 50, las mismas autoridades competentes y,  militares, por supuesto, montaron su Base Aérea de PIN y PON para tener un lugar desde donde probar los “nuevos” aviones de “reacción a chorro” (así los llamábamos los niños en Manises). En realidad no eran mas que saldos o excedentes de la guerra de Corea. Recuerdo las primeras veces que dichos aparatos “atravesaban la barrera del sonido”, cada estampido se llevaba unos cuantos cristales de las puertas y ventanas de las casas del pueblo por delante. Luego aprendieron que había que volar más alto para evitarlo.

Con la construcción de las nuevas pistas de la base, a compartir con el aeropuerto civil, se procedió a nuevas y mayores expropiaciones de tierras de secano, tanto hacia el oeste como hacia el sur, ocupando todo el triángulo que hoy se encuentra entre la A-3, la carretera de acceso al aeropuerto y la de Manises-Riba-roja, cerrándose éste por las (casi)últimas tierras de secano (recuerdo, de niño haber ido con mi abuelo, de caza por dicha zona)que nos quedan en el término municipal de Manises.

En 1952, el Gobierno decidió construir un Campo de Golf de nueve hoyos “para solaz y esparcimiento” de Jefes y Oficiales de los tres Ejércitos. Si bien es cierto que su principal objetivo (el del Gobierno) era la de tener a punto el campo para cuando el Gobierno de los EE.UU decidiera reconocer el Régimen Fascista,(había que rendir pleitesía al “liberador” de Occidente, claro) instaurado en España tras el triunfo de la rebelión contra la República. Reconocimiento que tuvo lugar (gracias por nada, Mr. Eisenhower, Asítepudrasenelinfierno)tan solo dos años después, en 1954. El campo se ubicaría dentro del perímetro que correspondía a la Base Aérea. Este se construyó sobre unos 500.000 m2 lindantes con la carretera de Manises-Riba-roja.

Decano de los campos de golf de toda la Comunidad Autónoma, se inauguró en 1954. Por entonces, yo solo tenía seis años. ¡Qué poco imaginaba que un día, 58 años después,  estaría escribiendo esto para tratar de salvarlo!. El Destino(¿) quiso que, solo 3 años más tarde, en 1957, mi padre, fuese contratado como conserje/cocinero/guarda/etc., de la “casa club”.  En el pueblo, en casa, (una diminuta planta baja) vivíamos, un tanto hacinados, mis abuelos maternos (recuerdo con cierta melancolía, a mi abuelita –era muy pequeña- Rosa que, muy ilusionada decia:”És com si se y s’ens haguera aparegut la Mare de Déu¡¡”), mis tres hermanos: Rafa, Pepe y Matilde y mis padres, total 8. Repentinamente, nos mudamos a una vivienda (la verdad, no mucho mayor) que tenía: ¡500.000 m2 de parcela. No podíamos(los niños) pedir más.

Allí, entre cacerías de escorpiones, ciempiés, arañas (desde entonces padezco algo parecido a la aracnofobia)) y otras lindezas, pasé uno (solo uno) de los años más felices de mi infancia. Mi padre no pudo soportar más tiempo el mencionado trabajo de conserje/cocinero/guarda/etc./etc.(ni tampoco la arrogancia y prepotencia con que le trataban algunos de los ”señoritos” que se iniciaban en el entonces elitista deporte)

La verdad, en aquellos tiempos, solamente jugaban (aparte de los mencionados Jefes y Oficiales), un puñado muy “selecto” de la aristocracia/burguesía valenciana y los Oficiales de VI flota de los EE.UU. Recuerdo muy bien las peleas de los caddies de más edad (yo solo tenía 9 años y no podía cargar con la bolsa de palos)a fin de conseguir la codiciada plaza de caddy de los americanos. Cuando la “tarifa” por 18 hoyos estaba en 15 pts., los americanos, pagaban un mínimo de 1 dólar(a la sazón unas 50 pelas), regalaban el paquete sobrante de “chester” o de “player’s navy cut” y las bolas con las que habían jugado su partido. ¡Además, ellos SÍ tenían carrito!

En 1990, animado por mi hermano Pepe, que ya llevaba unos cuantos años jugando,  decido iniciarme en la práctica de un juego que, según el tópico popular, “era solo para gente muy mayor”. Mi reencuentro con “mi” campo de golf, no pudo ser mejor.  Mi afición por el juego, (como la de casi todos los principiantes) comenzó a ser casi obsesiva. Cada hora libre (ya procuraba yo encontrar una cuantas a la semana) la dedicaba a practicar.

Durante los últimos años, han sido innumerables los paseos que he disfrutado, en todas las estaciones del año y a cualquier hora. Las frondosas pinadas, (para describir más técnica y exhaustivamente algunas cosas de las que siguen, he tenido que tomar prestada la ayuda de la SVO, Societat Valenciana d’Ornitologia –molt bó el vostre treball de camp sobre el Camp-)el olor de la humedad en el sotobosque, contemplar los pinos (pinus halepensis), algarrobos, almendros, higueras, cipreses, casuarinas, granados, tuyas, membrillos, falsas acacias, yucas, álamos (blanco y negro), laurel, eucalipto, árbol del amor, albaricoqueros y olivos en otoño, (Echando mano de nuevo del trabajo de la SVO). Se han inventariado más de 7000 arboles (cifra menguada considerablemente desde 1999 por los “trabajitos” de AENA) Hay pinos, algarrobos y casuarinas de más de 100 años de edad. “Se ha comprobado que un solo árbol, un haya de 25 m. De altura y una superficie foliar de 1600 m2, libera en un solo día, alrededor de 7000 litros de oxigeno”) el intenso aroma de la hierba recién cortada, del tomillo, del romero, del té de monte. Según mis amigos de la SVO, ojos expertos podrían observar desde el cinamomo al lentisco, pasando por la hierba de San Guillermo, la cresta de gallo o la bufalaga marina. Todos cuántos hemos jugado al golf en Manises, nos hemos tropezado a menudo con la fauna que, debido a los largos años de cuasi aislamiento, ha decidido establecerse en los bosques y matorrales del Manises Golf. Existe también la fauna que nos visita para descansar y posteriormente seguir su camino migratorio, tanto hacia el norte como hacia el sur. En otros casos se quedan porque les ha gustado el sitio y se sienten seguros.
Entre la avifauna podemos encontrar hasta 84 especies, (25% del total de la avifauna peninsular, además esta cifra supone ¡el 61% de la observada hasta la fecha en el término municipal de Manises¡

Todos los jugadores habituales conocemos(y estoy seguro que ellos a nosotros) a las familias de conejos de la calle 7, esas liebres (muchas) que cruzan las calles(de juego) con toda la frescura y desfachatez que les da la seguridad que sienten. Los cientos de ardillas que, tan acostumbradas a compartir sin temor su espacio con los humanos, hacen muy poco honor a su fama de huidizas y esquivas, son capaces de (literalmente) subirse al hombro de un humano  a mordisquear una almendra. Nos hemos acostumbrado tanto a verlas corretear y saltar entre los árboles, que nos parece casi normal que así sea. No nos damos cuenta de que son casi las últimas que viven en libertad en un espacio tan cercano a la ciudad. Junto a las ardillas, los conejos y las liebres, en un equilibrado ecosistema, podemos encontrar todo tipo de pájaros, culebras, tarántulas, erizos, topos, ratones de campo, comadrejas, ratones comunes y ratas (yo vi una vez a un zorro) y un sinfín de insectos, orugas, gusanos, escarabajos, arañas, etc.

Las instalaciones, debido a la generosidad de las autoridades de la Base, (y a las cuotas que abonan los usuarios) se encuentran en perfecto uso y son disfrutadas por mas de 500 familias de toda condición (ahora sí) que durante todo el año acuden al campo a pasar el día, algunos miembros de la familia, jugando al golf y otros paseando por las zonas habilitadas para ello o bien dándose un baño en la piscina del club.

Cabe destacar además, la rica cantera (el Club ha ganado un sinfín de trofeos nacionales) de campeones/as, tanto de amateurs como de profesionales, muchos de ellos nacidos en Manises y de muy diversa condición económico-social. Uno de los más conocidos internacionalmente es José Manuel Lara.


Creo que se trata del Club de Golf con más niños de toda la Comunidad.

En breve, se publicará la segunda parte