Abuelos y Bisabuelos de Lluis Sáyago
Pasaron
las semanas y los meses y… no había indicios de que se hubiesen hallado los
restos de los tres matones. El período de instrucción estaba por terminar y
pronto tendría que incorporarse a su nueva Unidad. Tenía que pensar cómo salir de aquello y
pronto
Unos
días después, a mediados de abril, el camión de los suministros, le traería el
pretexto real para salir de la unidad, antes incluso de incorporarse.
El
teniente Zorío, le había dejado un inesperado “regalo” póstumo. Días antes del
“incidente”, había enviado a sus jefes de Inteligencia Militar, un exhaustivo
informe “político-social” acerca del “recluta” Lluís Sáyago, recomendando
encarecidamente que no se le permitiera incorporarse a la secreta Unidad.
“Dados sus antecedentes familiares y aunque “oficialmente” no se ha podido
constatar que esté afiliado a algún grupo político clandestino, su pertenencia
a una Unidad como esta, podría poner en peligro las misiones de contraespionaje
que pudieran encomendársele en un futuro”. Concluía el informe.
Sobre
la cubierta de la carpeta, figuraba la leyenda: Licenciar sin honores
Durante
el último año y medio, Lluís había asistido a cursos intensivos de inglés y
alemán. Impartidos por profesores nativos en el propio Campo de Entrenamiento y
por el método de inmersión. Su aprendizaje fue rápido y eficaz.
Pensó
que esos conocimientos podrían serle útiles profesionalmente. Y así fue, aunque
no como él había pensado.
Con
lo ahorrado mientras permanecía en el Campo de Entrenamiento, se matriculó en
una academia de idiomas en Valencia y en otra de Técnico en Turismo. Amplió sus
ya vastos conocimientos de inglés y alemán y decidió probar suerte en Ibiza
En
abril de 1971, tomó un barco de pasajeros rumbo a la Isla. Alquiló un Seat 600
en una oficina de alquiler, cercana a los muelles y salió hacia el pequeño
pueblo de Sant Antoni Abad, en el otro extremo de la Isla. Le habían informado
que, dado que la temporada estaba a punto de empezar, ese era el lugar ideal
para encontrar trabajo.
Tras
casi tres días de infructuosa búsqueda, una tarde, exhausto, tanto o más que
sus ahorros, recaló en un local del centro de Sant Antoni, llamado “El
Pescador”, subtitulado como “Fish & Chips”, pidió una cerveza y unas
patatas fritas y se sentó en la barra, un tanto decepcionado por su escaso
éxito en la, aparentemente fácil búsqueda de empleo. Minutos después entró en
el local un hombre de unos 50 años, alto y con una densa y canosa melena un
tanto descuidada. Como no había más clientes, se acercó a Lluís, le preguntó si
hablaba inglés y… “Si, y… además estoy buscando trabajo”, le respondió al
británico. Lo que vino después cambiaría el destino de Lluís para todo el resto
de su vida.
El
británico, que resultó ser el propietario del lugar, dijo llamarse Jack
Neckermann, y tras tres o cuatro cervezas adicionales, puso sobre la mesa una
oferta de trabajo que, dadas las circunstancias, para Lluís era irrechazable.
Tan
solo unos días después, Lluís habíase ganado la entera confianza de Jack y la
de su esposa Maureen. Estos le alojaron en su propia casa y, le encomendaron la
dirección del pequeño restaurante, al que entraban casi exclusivamente
jubilados y excombatientes de la II Guerra Mundial, algunos de ellos, ex
colegas de Jack, todos ellos británicos. Era como estar en un pueblo del sur
del Reino Unido, solo que, con mucho mejor clima y mucho más divertido.
Fue
tal el nexo de unión entre el matrimonio inglés y Lluís Sáyago que, a las pocas
semanas, comenzaron a compartir secretos y avatares de sus vidas
Jack
Neckermann estaba oficialmente en situación de “pre-jubilado”. Había sido (era)
miembro del MI6 británico y mantenía muchos contactos de su antiguo trabajo.
Aunque, por supuesto había contado a Lluís sólo lo que le pareció suficiente…
En
el mes de julio de ese mismo 1971. Jack citó a Lluís en su casa a una hora
inusual. A las 08:00. “Tenemos que hablar”. Le dijo un tanto misterioso. Lluís,
extrañado, (pensó que había pasado algo grave y que le iba a despedir o a
cerrar el local) se levantó para estar a punto a la hora señalada.
Maureen
estaba en la cocina y había preparado un típico desayuno británico. Café,
Bacon, huevos, judías pintas, tomates hervidos y salchichas “big bangers”.
Se
sentaron a la mesa y Jack empezó a hablar a un Lluís al que se le abrían
desmesuradamente los ojos ante lo que escuchaba
Jack empezó a hablar: “Vas a
tener, si aceptas, un trabajo nuevo, algo más peligroso y, por supuesto mucho
mejor pagado. He hablado con el MI6, les he informado de tu preparación en el
ejército de España. De tus conocimientos lingüísticos y, en fin, te he
“vendido” bien”
Lluís
no daba crédito a lo que estaba escuchando. ¿Le iban a proponer entrar en el
MI6?, ¿en el legendario MI6? ¿Uno de los servicios secretos más importantes del
mundo? ¿Dónde estaba el truco?
Jack prosiguió: “Si aceptas,
-repitió-, tendrás que irte casi de inmediato a un centro de entrenamiento en
el norte de Escocia. Pasarás una larga temporada ampliando y perfeccionando lo
que iniciaste en esa secreta Unidad de Intervención, del Ejército español”
La
emoción, mezclada con una buena porción de ansiedad, embriagaba la mente de Lluís.
“Otra vez a los entrenamientos”, pensó
Una
vez trasegado el desayuno, se montaron en un viejo MG rojo, propiedad de Jack y
que se había traído hacía unos años desde Inglaterra y que, curiosamente aún
tenía el volante a la derecha.
Jack: Vamos al aeropuerto a
recoger a dos personas, antiguos colegas míos. Son los que te harán la
entrevista de la que dependerá si te admiten, siempre de un modo provisional,
en la organización.
Lluís:
(utilizando su mejor inglés) Jack, no entiendo. ¿Porqué yo? Seguro que en el
Reino Unido tenéis muchísima gente con más y mejor preparación y experiencia.
Jack: Esos son dos de los principales valores que, para nosotros tienes, aparte
de tu entrenamiento militar, que hemos constatado que ha sido de muy alto nivel
Eres nuevo
en esto. Nadie te conoce y… vienes de un país del que nadie sospecharía que se
te pudiera utilizar para la misión que se te pretende encomendar. Eres la
tapadera perfecta. Ya verás como lo entiendes. Geoffrey y Kevin te darán todos
los detalles, si te consideran (que estoy seguro que lo harán) adecuado para la
misión.
Aparcaron
el MG en el aparcamiento del entonces aún pequeño aeropuerto de Ibiza y
entraron, dirigiéndose a la puerta de llegadas. Los controles de seguridad de
los aeropuertos de la época, escandalizarían en la actualidad hasta a los
empleados de la cafetería. Simplemente no existían
Tras
esperar unos minutos, aparecieron los dos hombres. No podían llevar una
vestimenta menos apropiada, si trataban de pasar desapercibidos. Traje oscuro,
camisa blanca, corbata anodina, zapatos negros y gafas de sol. La temperatura
en la vieja terminal alcanzaba los 33 grados. Al acercarse se les podía ver
sudar como cerdos.
Sofocados
y sudorosos, Geoffrey y Kevin saludaron a Jack, en primer lugar y este hizo la
introducción de su “pupilo” a los dos agentes. Los cuatro se dirigieron hacia
la salida, Jack pidió un Taxi (no quería usar su coche para llevar a esta
gente) y le ordenaron ir a un hotel cercano.
Los
dos hombres, que se estaban ahogando de calor, querían terminar pronto, por lo
tanto fueron al grano.
Geoffrey:
“El informe que nos ha hecho llegar Jack te pone en un buen lugar y estamos
dispuestos a darte la oportunidad de que ingreses en nuestra organización. No
obstante, antes, tendrás que someterte a un entrenamiento específico de, al
menos un año, en un lugar muy especial. Allí perfeccionarás lo que se supone
que ya sabes: Manejo de armas, buceo, saltos en paracaídas, escalada… en fin
todo tipo de actividades físicas que te mantendrán en forma. Pondremos especial
énfasis en los idiomas, especialmente en el alemán”.
--“Dada la
confianza que Jack ha depositado en mí, a pesar del poco tiempo que nos
conocemos, ya tengo tomada la decisión de aceptar el trabajo. Estoy dispuesto a
pasar por ese durísimo entrenamiento.
Tendrían que haber estado un solo día en el Campo de los Pirineos”, dijo, con
un puntito de arrogancia
Le
hicieron una especie de interrogatorio en el que, Geoffrey hacía de poli bueno
y Kevin de poli malo. Hacían preguntas aleatorias y de diversos temas. Querían
comprobar la capacidad de Lluís en entender y en la rapidez de las respuestas.
Puro trámite, pensó Lluís
Hablaron
de la documentación que había que “adecuar” a fin de que Lluís pudiera entrar
en el Reino Unido, como un “autentico ciudadano” británico y, tras haber tomado
unos refrescos, los cuatro salieron, tomaron otro taxi y regresaron al
aeropuerto. Había sido una visita de puro trámite. Querían conocerle en persona
y observar en directo, sus reacciones. Era perfecto, para sus propósitos. Uno
de los agentes, extrajo una cámara de su maletín y le hizo unas cuantas fotos
al nuevo “recluta”
Tan
solo dos semanas más tarde, a finales de julio, Jack Neckermann recibió un
paquete procedente de una oficina de viajes ubicada en Londres y que, a pesar
de su hispano nombre, Viajes Isla Blanca,
era una empresa británica, utilizada por el MI6 para transmitir y recibir
información a su agente (durmiente), Jack Neckermann.
El
paquete contenía unas precisas instrucciones para el traslado de Lluís a
Escocia, un pasaporte británico, a
nombre de Rowan Spencer, de Fareham, Hampshire, un dossier con los datos del
verdadero Rowan Spencer, de 23 años, desaparecido recientemente mientras
escalaba uno de los “ochomil” del Himalaya, con la recomendación de que se aprendiese de memoria todos los detalles.
Podría necesitarlos. (En los años 70, entrar en el Reino Unido con un pasaporte
español era solo posible hacerlo como turista y por un corto plazo. Pensaron
que como ciudadano británico, pasaría totalmente desapercibido). Unos cientos
de libras esterlinas y un receptor de mensajes de última generación. Una
especie de precursor del ahora tan familiar teléfono móvil. No mayor que una
cajetilla de cigarrillos, de hecho cabía dentro de una de esas cajetillas. Al
recibir un mensaje, el dispositivo emitía un agudo “bip” y su diminuta pantalla
mostraba, mediante una parpadeante luz verde, un número al que el agente debía
llamar lo antes posible.
Saldría
de Ibiza, el 1º de agosto, mezclado entre el numeroso contingente de turistas
que vuelven a casa en esas fechas, en un vuelo directo a Glasgow.
El
día señalado y, tras haber estudiado a fondo los datos de su nueva “identidad”,
Lluís (Rowan) se dispuso a partir hacia el aeropuerto. Maureen había preparado un suculento
desayuno. Los tres se sentaron a la mesa y
casi en silencio, terminaron el desayuno. Jack cogió las llaves de su
viejo MG y una bolsa de viaje de Lluís y se encaminó a la puerta. Lluís dio un
beso a Maureen, asió su petate, que conservaba de su época militar y se unió a
Jack, su mentor en el MI6. Se habían tomado afecto y… tardarían bastante en
volverse a ver.
Aeropuerto
de Glasgow, 1º de agosto, 16:00 horas.
Tras
pasar el control de la aduana, Lluís observó a un hombre joven que sostenía en
su mano un cartón con su nuevo nombre “Rowan Spencer”. Se acercó a él y… casi
sin cruzar palabra, éste le indicó que le siguiera. Dando largas zancadas, se
dirigieron a un cercano hangar. Un soldado uniformado saludó con desgana y les
franqueó el paso al interior.
Minutos
después, un viejo C47 Skytrain, de origen estadounidense y utilizado por el Ministerio
de Defensa Británico desde 1946 para diversos fines, especialmente para el
transporte de pequeños contingentes de tropas, salía del hangar, pilotado por
el mismo joven que había llevado hasta allí a Rowan y enfilaba su morro hacia una pista secundaria. Su destino,
un remoto aeródromo al norte de Escocia llamado Milltown.
En
aquellas fechas, el pequeño aeródromo era de uso exclusivo de la RAF, (Royal
Air Force). Se construyó en 1941 como base de apoyo a los bombarderos de la
RAF, en su ruta al Continente. En 1977 se cerró al tráfico y actualmente
pertenece al Ministerio de Defensa, que lo utiliza como una base de
transmisiones.
Tras
un vuelo de casi tres horas , el viejo
C47 Skytrain, aterrizaba en una de las tres pistas del pequeño
aeródromo. Eran casi las ocho de la tarde y Rowan
estaba exhausto y hambriento.
Apenas
bajaron por la escalerilla del viejo aparato, un Jeep se les acercó,
indicándoles que subieran, partiendo de inmediato hacia la cercana población de
Cullen. Las modestas instalaciones que el MI6 tenía camufladas a las afueras de
Cullen bajo la apariencia de un pequeño acuartelamiento, llamaban a engaño. En
realidad se trataba de una de las más modernas y avanzadas bases de
entrenamiento de las que poseía el Servicio de Inteligencia Británico. En el
subsuelo del aparente acuartelamiento, se hallaba todo un conjunto de
instalaciones diseñadas para albergar a unas decenas de “reclutas” que, durante
un periodo de duración aleatorio, en función de la misión asignada, debían
permanecer recluidos casi en total aislamiento.
Lluís
fue conducido, en primer lugar a la cantina y, tras reponer fuerzas, le
acomodaron en una habitación que, aunque disponía de 4 camas, le fue asignada
sólo para él. Minutos después dormía como un oso en invierno.
A
la mañana siguiente, tras un copioso desayuno, fue recibido por Ralph
Moorehead, comandante de la Base. Le esperaban varios meses de duro
entrenamiento.
La
mañana del día 4 de abril del año siguiente, tras casi nueve meses de
permanencia en la remota base, se le comunicó que hiciese su petate. Hoy mismo
dejaría la base.
John
Blythe, Jefe de Operaciones de Contraespionaje para la Europa Continental, le
esperaba en el despacho del comandante Moorehead.
Fueron
directamente al grano. Las calificaciones obtenidas no dejaban lugar a dudas, Lluís
era el candidato óptimo para la misión.
¿Conoce
usted la existencia de la organización nazi ODESSA?.
Por
supuesto. Respondió Lluís
¡Bien!
Prosiguió Blythe. “Tenemos informes bastante veraces de que se ha creado una
ramificación de dicha organización, con unos objetivos que, al parecer nada
tienen que ver con los de ODESSA, es decir, con la de proteger y ayudar a
fugitivos oficiales y políticos del extinto III Reich. Buscándoles refugio
seguro en España, Uruguay, Argentina, Brasil, etc. Queremos averiguar cuáles
son sus reales propósitos y objetivos. Nuestros agentes en la República Federal
Alemana, nos han proporcionado ciertos datos acerca de uno de los impulsores y
dirigentes de esa nueva rama o fracción de ODESSA. Su nombre es Kurt Vogel, ex
oficial de la Wehrmacht y ferviente defensor del ideario Nacionalsocialista.
Aunque es un anciano, sabemos que maneja
los hilos de esta nueva división de ODESSA. Pero… poco más”
“Todo
intento de infiltrar a algún agente nuestro en la ultrasecreta organización, ha
fracasado o… no consigue acercarse lo suficiente a los miembros de la cúpula.
Y… el reloj avanza”.
Lluís
se removía en su asiento, un tanto inquieto. No acababa de ver dónde encajaba
él en todo este asunto.
Como
si le hubiesen leído la mente, John Blythe prosiguió: “Y es aquí donde entra
usted. Hemos estudiado a fondo su perfil y… creemos que es el idóneo para que
podamos alcanzar nuestro objetivo: descubrir quién está detrás de esa
organización y, sobre todo cuales son sus propósitos y objetivos”.
“El
veterano Jack Neckermann nos ha informado cumplidamente de su preparación y
conocimientos y… dada su experiencia en relacionarse con los turistas,
especialmente del sexo femenino, creemos no le será difícil establecer un
primer contacto con nuestro primer objetivo: La nieta del mismísimo Kurt Vogel.
Sabine Vogel”
Lluís,
que no acababa de entender a Blythe,
trató de intervenir, pero… Blythe levantó la mano, pidiéndole paciencia y
prosiguió: “Sabine es, además de nieta de Kurt Vogel y a pesar de su juventud,
una reputada periodista de Investigación del periódico local Hamburger
Abendblatt. También sabemos que no simpatiza en absoluto con las ideas de su
abuelo, más bien lo contrario. No obstante, mantiene una relación cordial con sus
abuelos. Hecho este imprescindible para que pueda usted alcanzar su segundo
objetivo: Kurt Vogel. Necesitamos saber todo sobre él. Quiénes son sus
compañeros de armas en esta nueva rama de ODESSA y, por encima de todo, qué es
lo que pretenden. Es vital que se introduzca usted en esa familia”
Blythe
tomó un poco de aire y, sin dar tiempo (aún) a que Lluís hiciera preguntas,
siguió con su exposición.
“Sabine
Vogel lleva ya dos años pasando sus vacaciones, precisamente en San Antonio de
Ibiza, y siempre en el mes de Julio. Nuestro contacto en Hamburgo nos acaba de
informar que hace tan solo unos días, la srta. Vogel ya ha reservado habitación
en un hotel (el mismo que ocupó el año
el pasado y el anterior) para mediados de julio.”
“Volverá
usted a Ibiza, trabajará de nuevo para Jack Neckermann y… esperará la llegada a
la isla de Sabine Vogel. Sígala, observe sus costumbres, lugares que frecuente,
hágase el encontradizo (por lo que sé no creo que eso vaya a ser un problema
para usted), conquístela, haga que le invite a visitarla en Alemania. Tiene que
entrar en su vida. De ese modo, nadie, nunca va a sospechar ni remotamente cual
es su objetivo. ¿Un simple camarero español que tiene una aventura veraniega
con una hermosa y culta mujer alemana?. Como cientos de casos, nada
remarcable”.
“Informará
directamente a través de nuestra oficina de Londres, y lo hará de manera
puntual cada vez que se produzca algún avance en su investigación”. No llame si
no tiene nada relevante que comunicar”.
En cuanto consiga llegar a Alemania, deberá usted actuar como la persona
que se mostró ante Sabine Vogel, es decir, no sabe alemán y es un tipo
corriente. Trate de no destacar y no muestre lo que aprendió aquí, a menos que…
sea cosa de vida o muerte”
Lluís
procesaba la información recibida a toda velocidad. Tendría que emplearse a
fondo para tratar de captar la atención de su primer objetivo: Sabine Vogel.
¿Cómo sería la mujer? ¿Qué aspecto tenía?
Blythe:
¿Alguna pregunta?. Agente Spencer. ¿Alguna pregunta?.
Lluís,
absorto en el proceso de asimilación de la Ingente cantidad de información
recibida, no había escuchado la pregunta que, por dos veces le había hecho
Blythe.
Lluís:
Si, claro. ¿Cómo reconoceré a Sabine?. ¿Qué hago si me rechaza, si mi aspecto
no le atrae?, Si…
Blythe:
Aunque no creo que eso ocurra, no se preocupe. Prepararemos algo para que ella
le vea como a un héroe. No sé, un atraco o asalto que usted abortará, salvando
a la chica de los malos.
Eso no falla nunca, concluyó Blythe, extendiendo la mano con la
que asía una fotografía (mala) en color de la cara de Sabine Vogel. Lluís abrió
los ojos desmesuradamente y trató de disimular, sin éxito, la grata impresión
que le causó ver a la mujer de la foto. Inmediatamente quedó prendado de
aquellos ojos de un intenso azul marino.
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