Jaque Mate Capítulo XXI
Capítulo XXI
La salita privada del restaurante del
Hotel Lindner Park-Hagenbeck se encontraba prácticamente en penumbra. Solo
había un empleado del hotel que dormitaba sentado en un taburete, tras el
mostrador de recepción. Acudió de inmediato a la mesa. Tomó nota de las bebidas
, las sirvió y volvió a su taburete. Sabine y Lluís relataron a Helmut y Klaus
todo lo acontecido desde que partieron hacia Austria a finales de julio. Sabine
mostró los progresos que había conseguido utilizando la “Schablone” (plantilla)
que el anónimo informante había incluido en el sobre con el resto de los
documentos. Tenía más de 150 nombres de personas ya colocadas en sus estratégicos
puestos de trabajo, así como los nombres de otras tantas empresas e
instituciones gubernamentales, “sólo” faltaba emparejar quién iba dónde. Y
saber quien dirigía la organización. Sabine necesitaba algo más de tiempo para
hacer ese trabajo.
Klaus informó a Sabine que habían
interceptado a una empleada del periódico cuando ésta había ido al apartamento
de Moltkestrasse. Era la secretaria del difunto Hans Steinberg, Michaela
Schroeder. Había sido interrogada pero… no sabía nada. Solo quería saber cómo
contactar con Sabine.
Acordaron que solucionarían lo de
Michaela cuando acabase todo esto o…
El portero de
noche-camarero-recepcionista, se acercó a la mesa con un teléfono en la mano,
se inclinó hacia Klaus, le musitó algo al oído, conectó el cable a una toma que
había en la cercana pared y le entregó el teléfono al policía.
El comisario, se levantó y se separó de
la mesa todo lo que daba el cable del teléfono, estuvo escuchando y haciendo
alguna pegunta a su interlocutor durante poco más de un minuto. Volvió a la
mesa con el rostro demudado y pálido. Se dejó caer en la silla.
Klaus: Me temo
que tengo muy malas noticias.
Hace tan solo
unos minutos, un motorista, sin siquiera detenerse, ha lanzado un paquete a la
puerta de la Central de Policía, donde yo trabajo. El paquete, por supuesto sin
remite, iba dirigido a mí. Les he ordenado que lo abriesen y me describiesen su
contenido.
Ahora ya no hay
ninguna duda de que los autores del secuestro de Inga son los mismos que
robaron en el periódico, asesinaron a Steinberg, os asaltaron en la autopista
el 25 de julio y os persiguieron hasta Austria. Tengo decenas de hombres y
mujeres investigando hasta la más insignificante pista que nos lleve hasta
ellos. Es cuestión de horas que demos con ellos.
Todos estaban expectantes habían dejado
los cubiertos sobre los platos y se mantenían muy atentos y con los ojos muy
abiertos
El comisario prosiguió: En su interior
había una nota dirigida a mí, pero... para Sabine y… la amputada mano izquierda
de una mujer joven.
La nota es muy
clara. Un hombre de mi entera confianza, siguiendo mis instrucciones, me ha
leído su contenido y la custodiará hasta mi regreso a la comisaría. Cosa que
haré de inmediato.
Sabine: Klaus,
por Dios, dinos qué pone en la nota.
Klaus, iniciando
la lectura:
“Sabine Vogel. Tenemos a su amiga Inga (o lo que queda de ella)
retenida en un lugar seguro. Sabemos que tiene usted unos documentos que no le
pertenecen, que han sido robados a sus legítimos propietarios. También sabemos
que aún no los ha entregado a las autoridades. Queremos recuperar TODOS los
documentos. Mañana, por la mañana, recibirá instrucciones, vía su amigo, el comisario,
de cómo y dónde se hará la entrega. Cualquier retraso o sospecha de que urden
alguna treta o engaño para hacer cualquier copia de los papeles, tendrá como
respuesta un nuevo “paquetito” con otro recuerdo de su “amiguita”. Cuanto más
tardemos en recuperar los documentos, menos quedará de Inga para recuperar. No
lo olvide, está sin opciones. Mañana nos entregará lo que es nuestro y... le
prometo que dejaremos ir a la chica”
La nota viene acompañada de una foto
instantánea, de Polariod, en la que
Inga está sentada en una cama y sujetando delante de ella un periódico de hoy
mismo. --Concluyó el comisario--
Todos quedaron aterrados. Sabine luchaba
en su interior con una mezcla de impotencia, rabia y pesar por su amiga. Si
tenía que hacer un intercambio lo haría sin dudar. Lo primero era salvar la
vida de Inga. No importaba el coste.
Helmut maldecía y trataba de consolar a su
hija. –esos putos bastardos pagarán por lo que han hecho, pero... a su
tiempo--. Ahora, lo primero es Inga. Dales lo que quieren, dijo-. Lluís la
abrazó tiernamente y le animó a hacer todo lo necesario para tratar de salvar a
Inga.
Klaus salió del
hotel y marchó a toda velocidad hacia la Central de Policía.
Lluís, Helmut y
Sabine permanecerían en el Hotel en espera de que los captores de Inga
volvieran a contactar con Klaus Wiese. Presumiblemente, por la mañana temprano.
Sabine estaba
desolada. Su habitual entereza y resolución, parecía a punto de desmoronarse. A
Inga los putos nazis le habían amputado una mano y… eso podía no terminar ahí. Lluís
la tomó de la mano, le dieron las buenas noches a Helmut y subieron a la
habitación. Las últimas 48 horas habían sido muy duras, la adrenalina había
fluido por su organismo como nunca en sus jóvenes vidas. Ambos estaban
exhaustos y… aún así, se desnudaron, se metieron juntos en la ducha. Sus
desnudos cuerpos, mucho más pálidos que la primera vez que hicieron el amor, en
Ibiza, se unieron, abrazándose muy tiernamente. Lluís trató de consolarla
colmándola de besos y caricias. “Todo saldrá bien, nena. No vamos a permitir
que le hagan más daño a Inga. Hay que entregarles lo que piden y olvidar el
asunto”. Le susurró al oído. El contacto de sus desnudos cuerpos enjabonados y
las caricias mutuas despertaron en ambos un fuerte e intenso deseo sexual. Sin
salir de la ducha, Sabine se arrodilló, asió entre sus manos el erecto falo de Lluís
y suavemente deslizó su lengua desde la zona perineal, y la base del pene hasta
el glande, hizo girar la lengua alrededor del mismo, introduciendo la punta por
el orificio de la uretra, golpeándolo repetidamente, para, a continuación,
introducirlo en su húmeda boca, succionándolo frenéticamente. Lluís, que estaba
a punto de estallar, dio un paso atrás. Sabine, adelantándose a las intenciones
de Lluís, se puso en pie, dándose la vuelta e inclinándose hacia adelante y
ofreciendo a su excitado novio su caliente y húmedo sexo. Lluís, que casi no
podía más, en un ejercicio de disciplina, se arrodilló, cogió a Sabine por las
caderas y hundió su cara entre las nalgas. Su húmeda lengua, acarició la zona
colindante con el orificio anal para, seguidamente introducirla profundamente
en un rápido y repetitivo movimiento. Sabine gritaba de placer y se retorcía
gritando en alemán ¡¡Mehr Bitte, Mehr!! Lluís,
obedientemente, desvió unos centímetros hacia abajo, su entrenada lengua y la
hizo entrar hasta lugares donde nunca antes había llegado. Tras unos segundos
metiendo y sacando la lengua, mordisqueó su clítoris suavemente cogiéndolo
entre sus labios y ejerciendo pequeñas succiones al mismo. Sabine empezó a convulsionar experimentando
un orgasmo como nunca antes había siquiera imaginado. Mientras su cuerpo se
sacudía con espasmos de placer, Lluís introdujo su pene, que había adquirido un
color púrpura de tanta excitación, e inmediatamente liberó sus testículos de la
miríada de espermatozoides que, impacientes pugnaban por liberarse.
Exhaustos, se
tumbaron en la cama, abrazados y en silencio, mientras los latidos de sus
corazones iban recuperando su ritmo normal. Se durmieron profundamente
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