Jaque Mate VIII
Berlín 27 de abril 1945
Eran las siete de
la tarde del 20 de septiembre, de 1972, cuando el Volvo negro estacionó en el
aparcamiento del área de servicio de la autopista A9, cerca de Fürth, al norte
de Núremberg… Ignoraban, al igual que Lluís y Sabine, que el Audi verde había
adelantado al Volvo nada más rebasar Múnich y que… ambos estaban sentados
comiendo unos sándwiches en una mesa, al fondo del autoservicio del Rasttat del área de servicio. Y en el
que se disponían a entrar…
Aunque sabían que
viajaban juntos, los sicarios solo tenían la descripción (y una foto) de Sabine
y… aún vistiendo ropa casual, su belleza y porte, llamaban la atención bastante
más de lo conveniente, al menos para aquel día de finales de septiembre.
A eso de las
20:15, Lluís miró el reloj, comprobó que no se dejaban nada y cogiendo de la
mano a Sabine, se levantaron y, dirigiendo sus pasos hacia la salida, pasaron
junto a la mesa que ocupaban los tres sicarios. Heinz y Maciej, se habían
sentado de cara a la puerta de entrada y Armin al contrario, mirando hacia el
interior del local. Durante una fracción de segundo, las miradas de Sabine y
Armin se cruzaron. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la chica. La
imagen del tétrico albino se le fijó en la mente. Salieron al aparcamiento y
Sabine cogió las llaves para abrir el coche. Quería conducir ella.
Justo en ese
instante, Armin, frunció su pálido ceño y pidió a Heinz que le mostrase la foto
de su presa…
Por suerte, Lluís
había llenado el depósito antes de entrar a cenar y Sabine había aparcado el
Audi, muy cerca del restaurante.
Nada más salir
del bar, un sexto sentido, fruto de su intensivo entrenamiento militar, hizo
que Lluís se diese la vuelta, justo a tiempo para ver como tres hombres salían
del restaurante de autoservicio, miraban en todas direcciones y… se dirigían
hacia ellos. No hubo tiempo de verles las caras.
─¡Sabine! ─le
gritó Lluís─. Ella, que ya había abierto el coche, entró y, rápidamente se
sentó al volante. Lluís casi se tiró
dentro del coche, justo en el momento que arrancaba a toda velocidad, dejando a
los tres sicarios maldiciendo y vociferando, a tan solo unos 15 metros de
distancia. Lluís todavía pudo ver como corrían hacia el otro lado del
aparcamiento. No tardarían mucho en incorporarse a la autopista. La adrenalina
fluía por el organismo de Lluís como un torrente. Creyó que le iba a dar un
ataque al corazón.
Pensaron en salir
de la Autobahn, pero… Ninguno de los
dos conocía suficientemente la zona.
Sabine puso a
trabajar los 100 caballos del Audi a pleno rendimiento. El cuentakilómetros
marcaba los 170 km/hora. Instintivamente Lluís se cogió del asa que había
encima del marco de la puerta. Pronto, un Volvo oscuro, con la característica
línea plateada cruzando en diagonal la rejilla del radiador, se situó casi
pegado al parachoques trasero del Audi.
Ante la peligrosa
maniobra, Lluís estuvo a punto de, mediante gestos nada amables, recriminar al
imprudente conductor tal comportamiento. Sabine le pidió que le describiera a
los ocupantes del Volvo. ─“El conductor
lleva una gorra de visera y no se le distingue bien, pero… parece que está muy
enfadado. Discute con alguno de los otros dos que van en el coche, creo que con
el de atrás. El copiloto es un tío muy rubio y con cara de…”
─Son ellos, ─interrumpió
Sabine─.
»Estaban en el
restaurante. El rubio no es rubio, es
albino y me he fijado en él cuando salíamos. ¡¡¡Me ha dado miedo!!!. Es el
mismo coche que trató de detenernos cuando volvíamos del aeropuerto.
Minutos después,
el Volvo pareció aminorar la velocidad, desapareciendo entre el denso tráfico.
─Lluís: Bueno, al
menos ahora ya no vamos a ciegas. Sabemos que son tres y que, uno de ellos es
albino. Siento no haber podido verles mejor, pero ya es algo
─Habrá que
informar de esto al comisario. Mañana le llamaré y le daré la descripción.
¡¡Maldita sea!! ¿No habrás cogido la matrícula?
─Lluís: ─con una
amplia sonrisa─ SG-24-334.
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