lunes, 13 de abril de 2020

Jaque Mate Capítulo V


Capítulo V

CAPÍTULO V

Fritz Weinbergen, había hecho honor a su fanfarronada acerca del control que tenía sobre funcionarios afines. Había sido informado de todas las actividades de los empleados del Hamburger. Averiguar quién había recibido el soplo había sido lo más fácil: una simple llamada de Gerhardt Brackhane a Benjamin Frangenberg, al periódico y resuelto. O… casi. El fallido asalto al coche de Sabine cuando regresaba del aeropuerto, aún les dolía. Les habían informado de la identidad y del vehículo de Sabine, pero… la dirección que les facilitaron, —por un retraso en la actualización de datos en la ficha de empleada de Sabine Vogel— por medio de Benjamin Frangenberg, fue la anterior a la de Moltkestrasse. Ello explicaba que Heinz y sus muchachos, tardaran unas cuantas horas de más, en localizar el apartamento de Sabine
El paso siguiente era su localización actual. Había sabido de la estrecha relación de Sabine con una tal Inga, de Bramberg. También había sido informado de la identidad del padre (y del abuelo) de Sabine, así como de la existencia de la cabaña del Tirol. Eso les tendría que hacer mucho más cautelosos y prudentes a la hora de abordar la recuperación de los documentos. Era imposible utilizar los mismos métodos que para Steinberg. Aunque, conociendo el modus operandi del personal de Otto…
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Otto Gruber recibió el encargo de visitar a Inga y… órdenes estrictas de no hacerle daño, al menos no mucho. Les sería más útil viva y entera.
Eran las ocho de la tarde del 17 de septiembre. Ya había oscurecido cuando el Volvo negro, se acercó en silencio y con las luces apagadas. Deteniéndose frente al edificio del 8 de Prökelmoor. La suerte de Inga parecía echada. Heinz se acercó al zaguán y, utilizando una ganzúa, abrió y se apostó en el hueco de la escalera. Armin se ocultó tras el seto de azaleas que dividía ambos edificios, dejando a Maciej dentro del coche, listo para salir a toda prisa.
Tras una corta espera de unos 10 o 12 minutos, llegó Inga, con su Ford Escort de reciente adquisición. Lo aparcó, casi detrás del Volvo, dirigiéndose hacia el portal, con las llaves en la mano. Apenas abrió la cerradura, Armin, que había estado muy atento, se le acercó por detrás y le puso una capucha. Heinz salió de su escondite y, con una porra telescópica, le propinó un fuerte golpe en la cabeza, dejándola sin sentido.
La maniataron, la amordazaron, la metieron en el amplio maletero del Volvo y, esta vez, sí, Maciej aceleró saliendo del callejón de cul de sac y tomando la cercana Bramfelder Chaussee, bajar hasta la carretera 5 que circunvala Hamburgo y continuar por la A7 y la A1, hacia la macro conurbación de la región industrial de Renania-Westfalia, en dirección a Bonn.
El 18 de septiembre, de madrugada, los secuestradores de Inga, habían llegado al cuartel general de la organización nazi, a la calle Auf dem Hirschberg, en Bonn. Con Inga, amordazada y atada en maletero del Volvo, metieron el coche en el garaje. Sacaron a la joven del cubículo, donde llevaba horas, y la condujeron al sótano. La encerraron en una habitación y le dieron algo de beber y de comer. Había que esperar a que llegase Gerhardt, antes
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de ocuparse de ella. Heinz ya estaba regodeándose con el festín de sadismo que pensaba darse.
El 19 de septiembre, Otto Gruber, recibió la llamada que hacía tiempo esperaba. Sus informantes, tenían casi la certeza del paradero de la periodista: Habría que ir a la vecina Austria.
De inmediato puso en marcha a Heinz y su equipo, que aún permanecían en la casa de Bonn, junto a la secuestrada. Afortunadamente para Inga, el psicópata y su equipo recibieron la orden de partir hacia Austria de inmediato. De momento, no era necesario aplicar ningún tratamiento a la amiga de Sabine. La retendrían a la espera de acontecimientos.
Heinz, Maciej y Armin, se habían pasado casi siete horas conduciendo. Tenían prisa. Heinz, sobre todo. Tenía muchas ganas de echar el guante a la única persona que sabía, y tenía pruebas, de la magna conspiración que sus jefes llevaban años preparando. Pensaba disfrutar haciéndole un buen trabajito. Cuando pasaron por la Industrial Imst, capital de su homónimo distrito, giraron a la derecha, cruzaron el puente sobre el Inn (Eno) y tomaron la estrecha y serpenteante carretera del Pitztal.
Un camión de reparto de combustible, circulaba lentamente unos cientos de metros delante del Volvo. Era imposible adelantarlo. Maciej acercó el Volvo hasta casi tocar el paragolpes trasero del camión, intentando rebasarlo una y otra vez. Heinz estaba a punto de ordenarle que detuviese el coche para ponerse él al volante, estaba harto de la actitud del retrasado, cuando, de repente, en una curva, el chófer del camión, dio un bandazo al tratar de esquivar a un conductor que había salido con su tractor, de un camino rural a la carretera. El asfalto estaba húmedo, el camión de la gasolina empezó a hacer eses, el chófer perdió el control y el vehículo volcó sobre la carretera bloqueándola por completo en ambos sentidos. Justo al otro lado del camión, se podía ver un cartel indicador con nombre de Arzl…

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