Jaque Mate Capítulo VI
CAPÍTULO VI
El valle del Piztal es también un gigantesco cul de sac. Una única y estrecha carretera de 38 km. recorre todo el valle, de norte a sur, donde las cimas del fondo del valle albergan uno de los sistemas de glaciares más extensos de los Alpes, a casi 4.000 m. No existe ningún paso hacia Italia, a pesar de que comparte, con Austria estos impresionantes glaciares. Sabine y Lluís debieron haber pensado en ello, antes de elegir este lugar.
Apenas si habían iniciado la marcha hacia la salida del valle, cuando… dos policías les ordenaron detener el Taunus. Les advirtieron que la carretera había sido cortada en Arzl, el pueblo vecino. Un camión cisterna de grandes dimensiones había volcado y era imposible salir del valle en coche. A menos que conociesen un estrecho paso que conducía al vecino valle del Kaunertal. Calculaban que la carretera estaría expedita en no menos de cuatro horas. Había que hacer algo, aunque… si no se podía salir, tampoco se podría entrar.
Regresaron a la cabaña y… cambiaron maletas por mochilas, ropa de abrigo y botas de montaña. Saldrían del valle por los senderos que comunicaban, desde hacía cientos de años, los valles Piz, Ötz y Kauner y que, Lluís había estado examinando muy a fondo (al menos sobre el papel). De los tres valles, sólo el Ötz tenía salida hacia Italia. Saldrían del valle, pero… a pie.
Frederik quedó encargado de transmitir, a Helmut, vía mensajería urgente, un sobre cerrado, con el siguiente mensaje: “Papá, debido a un trabajo de investigación que estoy llevando a cabo, estoy (estamos) metidos en un buen lío y en peligro. Ahora no puedo explicártelo en detalle. Te prometo que lo sabrás todo en cuanto nos encontremos. ¿No íbamos a ir a casa de los abuelos a cenar un día? Cuando esté de vuelta en Hamburgo ya hablamos. Pero… ahora necesito tu ayuda. Hemos pasado unas semanas en la cabaña del Tirol. Cuando leas esto estaremos en ese pueblecito tan bonito al que solías llevarme cuando era niña: Ötz. ¿Recuerdas? Necesito que envíes a lista de correos de Ötz 10.000 marcos. POR FAVOR, Vatti, haz que nos llegue el dinero, mañana por la mañana. Es cuestión de vida o muerte.”
“Recibirás una llamada de un comisario de policía de Hamburgo, llamado Klaus Wiese. Es de los pocos en quien puedo confiar. El te pondrá al corriente. No te llamaré. Y… ten cuidado, creo que los teléfonos (todos los relacionados conmigo) están intervenidos”.
Después de borrar todas las pistas que pudiesen relacionar a Frederik y Gisela con los fugitivos, se enfundaron un buen equipo de montaña (Frederik tenía un buen armario. Era esquiador. Se dice que en el Tirol, los niños se ponen los esquíes antes que los zapatos), unos sándwiches, un termo de café, agua y unas galletas energéticas y… salieron de inmediato hacia el interior del valle.
Al salir de la cabaña, ya equipados para internarse en los tupidos bosques de abetos que cubrían esta parte de los Alpes, Lluís reparó en que el Ford Taunus (Llamado así en honor a los montes Taunus, del norte de Renania-Westfalia) se había quedado demasiado expuesto. Frederik se ofreció a ocultarlo en un almacén del Ayuntamiento, junto al camión de los bomberos. Le lanzó las llaves y salieron a paso ligero, siguiendo un camino asfaltado pero muy estrecho, que conducía a un curioso puente cubierto con un tejadillo de tablas y que usaban los lugareños para cruzar el Bach (riachuelo) de deshielo que discurría por todo el valle, desde los glaciares al Inn. Quiso el infortunio que no pudieran usar esa vía de escape. El puente, estaba cortado por reparaciones en la estructura, causados por el pasado deshielo. Desandando el camino, tuvieron que regresar al punto de partida. El único paso que había para peatones estaba en ¡Arzl! Desde Arzl partía un camino que conducía a otro de esos pintorescos puentecillos.* Resignados, iniciaron la marcha. La carretera de salida del valle, estaba totalmente bloqueada por los vehículos que, viniendo del fondo del valle, trataban de acceder a la autopista. Caminaron sin parar durante casi una hora. Cruzaron casi todo el pueblo, teniendo que sortear las barreras que había colocado la policía por lo del accidente del camión de combustible. Bajaron por una pendiente muy pronunciada y, poco después, se toparon con el puente. Sin saberlo, habían estado a escasos metros de sus perseguidores. Retenidos por el accidente, tras la barrera de la Policía.
Consultando el mapa local fueron siguiendo sendero tras sendero, a fin de alcanzar el paso que les permitiese cruzar del Pitz al Ötz, antes de oscurecer. Fue imposible. La velocidad de crucero, con todo el camino subiendo por unos repechos muy empinados, y su falta de costumbre no les permitió sobrepasar lo que los locales denominan paso de buey, es decir, no más de dos kilómetros por hora.
Aunque no tenían la certeza de ello, presumían que sus viejos amigos de la autopista, no tardarían en llegar a Wenns. Harían preguntas y pronto sabrían que habían estado casi dos meses en el pueblo. La tienda de ropa deportiva Intersport, el supermercado, la gasolinera. Excesivamente confiados, habían dejado demasiadas pistas. Tenían que encontrar un lugar discreto para pasar la noche.
*En la actualidad hay instalado un espectacular puente colgante peatonal, a 114 m. del lecho del riachuelo. Ideal para practicar el puenting.
Debido a la naturaleza de la carga, la Policía había establecido un perímetro de seguridad alrededor del camión y había cortado la circulación totalmente. Se impidió el paso incluso para peatones. Los que pretendían pasar, eran obligados a dar un inmenso rodeo, caminado por senderos vecinales.
Los sicarios no tuvieron otra opción que esperar a que las grúas retirasen el vehículo siniestrado y la policía dejase expedita la vía. Esto duró casi 5 horas. El atasco en dirección salida cubría varios km, valle adentro.
Para cuando llegaron a Wenns, ya era noche cerrada y casi todo estaba cerrado. Heinz decidió que iniciar la caza de su presa a esas horas y en un lugar que desconocían, era una pérdida de tiempo. Buscarían aposento y a la mañana siguiente, reiniciarían la búsqueda (si habían estado allí, lo sabrían). Heinz estaba seguro de ello.
Desde Arzl, había más de 6 horas de camino hasta llegar a Ötz. Tras una hora y media caminando, Sabine y Lluís hallaron, en un lugar llamado Hoheneck, la pensión, Gästehaus Edelweiss, que tenía una habitación disponible. Era tarde y ya iban a cenar. Sin pensarlo dos veces, la mujer que regentaba la pensión, puso dos platos más en su mesa familiar y cenaron un excelente Gulasch de carne de buey.
A la mañana siguiente, a las siete, desayunaron abundantemente y partieron y partieron caminando hacia su siguiente parada. Llegaron a Ötz a las 11:30. Casi estaban sin fondos. Preguntaron por una casa de alquiler de coches y… sorpresa. No existía. La oficina de alquiler de coches más cercana estaba en Imst, a unos 12 kilómetros de Ötz. Acudieron, por si acaso a la estafeta, pero… aún no había llegado el giro. Tenían que esperar y… buscaron un lugar donde comer algo y reponer energías. No podían bajar la guardia. Los sicarios podían aparecer en cualquier momento.
El restaurante Goldener Engel, estaba muy cerca de la estafeta de correos y poseía una terraza desde donde se podía ver la carretera de entrada a Ötz. Había un problema. No sabían qué aspecto físico tenían sus supuestos perseguidores.
Heinz se había levantado con un humor de perros. Tras haber dormido en dos habitaciones del Hotel Piztaler, a las ocho de la mañana ya estaban dando una batida por los comercios del pueblo, con una foto de Sabine y, haciéndose pasar por policías de la Interpol. En dos o tres comercios, afirmaron haber visto a la mujer de la foto. Irónicamente, recalaron en la oficina de turismo del valle, preguntando directamente a Frederik por Sabine y mostrándole la foto. Frederik hizo bien su papel e informó amablemente a los policías, mostrándose colaborador y... haciendo que perdiesen la mayor cantidad de tiempo posible, les dijo que sí, que habían estado hospedados en una casa del pueblo y que, por lo que él sabía, habían abandonado el lugar un poco antes del accidente del camión, en dirección a Múnich.
Frustrado y lleno de ira, Heinz informó a Otto de la pérdida de la pista que seguían. Sabine y su acompañante, su novio español, habrían partido hacia Múnich horas atrás. Seguirían el mismo camino. No se equivocaron…
Casi eran las dos de la tarde del mismo día 20 de septiembre cuando se volvieron a acercar a la estafeta y…esta vez sí, tenían el dinero. 10.000 marcos recargarían sus exhaustos fondos y les permitirían volver a Hamburgo al encuentro con Helmut y con el comisario Wiese.
Tomaron un taxi local que les llevase a la oficina de alquiler de coches.
Pagaron en efectivo y partieron inmediatamente hacia la frontera, en un moderno y potente Audi 100 Coupé S de 100 caballos color verde y matriculado ese mismo año. Fue todo un acierto. Salieron de Austria, por el paso fronterizo de Ehrwald, por una carretera secundaria y pronto pasaron por Garmisch-Partenkirchen en dirección a Múnich.
Sin ellos saberlo, Heinz y su equipo habían cruzado la frontera, una media hora antes, a las 16:30, pero… por el paso de Füssen, unos km. hacia el oeste.
Había que atravesar toda Alemania, de sur a norte.
De las dos rutas posibles, tomaron, sin saberlo, (desconocían que Frederik, tratando de ayudar, había puesto a Heinz y sus muchachos en la misma ruta) la que pasaba por Múnich…
Deliberadamente evitarían el paso por territorio de la RDA (República Democrática Alemana). En plena Guerra Fría, cruzar la frontera entre la RFA (República Federal Alemana) y la RDA, suponía un calvario por los 4 exhaustivos controles: RFA, EE.UU (o, según el punto de entrada, Reino Unido), URSS y finalmente el de la RDA. La consecuencia, en un mal día, podía suponer dos horas más por cada control. Hay que recordar que, en aquellos tiempos, España ni siquiera mantenía relaciones diplomáticas con el gobierno comunista de la RDA. Para un ciudadano español, un mero incidente o malentendido con un guardia de fronteras, podía suponer ser detenido y acusado sin garantías procesales de ningún tipo. No había ni embajada ni consulado al que acudir a pedir ayuda.
Etiquetas: Conspiración, Engaños, espionaje, Ficción, Intriga, Nazismo, violencia
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