lunes, 28 de enero de 2013

Lecciones que la Historia nos debería enseñar






Con el permiso de mi hermano Rafael, inserto aquí su magnifico análisis de la actual (y muy peligrosa) situación política en la que se está adentrando Europa

“Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.
No hay un solo partido de oposición a quien los adversarios gobernantes no motejen de comunista, ni un solo partido de oposición que no lance al rostro...
de las oposiciones más avanzadas, lo mismo que a los enemigos reaccionarios, la acusación estigmatizante de comunismo”. 



 
Así comienza el Manifiesto del Partido Comunista redactado por Karl Marx y Frederic Engels.
Parafraseando este preámbulo, ahora podríamos decir:  Un espectro se cierne sobre Europa, fruto de la aparición de este espectro es la conjura en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa: la gran banca, los grandes empresarios, la jerarquía eclesiástica. Y “tutti quantti” representan a lo más rancio del capitalismo mundial.

No hay un solo partido de oposición a quien los adversarios gobernantes, representantes de ese capitalismo, no motejen de comunista, ni un solo partido de oposición que no lance al rostro de las oposiciones más avanzadas, lo mismo que a los enemigos reaccionarios, la acusación estigmatizante de comunismo, aunque no sean más que moderados socialdemócratas o liberales.

Esta reflexión viene a cuento de que, según mi opinión, nos estamos deslizando peligrosamente por una pendiente de desafección política de la ciudadanía; el pueblo soberano desconfía cada vez más de sus políticos a causa de la terrible sensación de impunidad que se está transmitiendo. Se está asistiendo a una serie de irregularidades, cuando no presuntos delitos, a causa de los cohechos, en la proyección y ejecución de obras civiles, en muchísimas ocasiones innecesarias o inservibles, que nos cuestan enormes sumas de dinero (dinero que sale de nuestros exhaustos bolsillos vía impuestos).
Ante esta situación observamos una acción de la justicia muy lenta en las instrucciones, muy dilatadas en el tiempo, permitiendo, en muchos casos, la prescripción de los presuntos delitos.
Este cúmulo de lamentables acontecimientos nos está conduciendo irremisiblemente hacia el abismo del autoritarismo. La ciudadanía está harta del comportamiento de los políticos corruptos, de la lentitud de los jueces a la hora de impartir justicia y del grave retroceso en derechos laborales y sociales; la ciudadanía está harta de recortes en educación y sanidad, y de la agobiante crisis económica que nos ha caído como una pesada losa sobre nuestra vida cotidiana (paro, subempleo, precariedad, deshaucios… ), amenazando el presente y futuro de varias generaciones, ya que por mucho que se diga que este año será el último de la crisis, va a ser muy difícil regenerar todo el tejido industrial, comercial y de servicios destruido, tejido que daba trabajo a los 6 millones de trabajadores y trabajadoras que hoy se encuentran en paro. La regeneración del tejido productivo que se ha dañado costará más de una década, contando con que se obtengan los recursos financieros necesarios para regenerarlos.
Se está produciendo, a mi modo de verlo, una situación de descontento social con cierta similitud a la que se sucedió entre los años 1920 a 1940, que dieron como resultado final el estallido de la 2º Guerra Mundial.

A finales de 1918, el 11 de noviembre, Alemania acepta las condiciones del Armisticio que pone fin a 1ª Guerra Mundial, suponiendo la descomposición de los llamados imperios centrales, surgidos de la denominada TRIPLE ALIANZA, firmada en 1882. Las potencias derrotadas en la guerra (IMPERIO ALEMAN, EL AUSTRO-HUNGARO, EL OTOMANO –TURCO- Y BULGARIA), fueron sometidas, merced al TRATADO DE VERSALLES, a innumerables pérdidas, tanto territoriales como económicas, que sumadas al elevado coste económico y de vidas humanas, abocaron a la Europa oriental a una época de pobreza y penurias, tan grande, que desembocaron en múltiples conflictos sociales, arrojando en la miseria a grandes masas de familias obreras.
La miseria y la desesperación por falta de perspectivas de futuro son el mejor caldo de cultivo para la demagogia política y la aparición, como consecuencia, del autoritarismo absolutista; fruto de todo ello fue la aparición de los fascismos en toda la Europa del Este (Alemania, Austria, Rumanía, Hungría…) y parte del Oeste europeo (España e Italia); y del comunismo totalitario en lo que fue el Imperio de los Zares (Rusia), lamentable pero lógica consecuencia de lo que fue la reaccionaria política social de la Rusia zarista, entronizando regímenes totalitarios en media Europa y permitiendo el germen de partidos fascistas y comunistas (que eran totalmente antagónicos e irreconciliables, pero que tenían un mismo origen) en el seno de las democracias europeas más consolidadas.
La situación histórica, someramente descrita, a la que se llegó, partiendo de una herida mal cerrada, con la rendición de los imperios centrales, terminó con una horrible conflagración a escala mundial que costó más de 50,000.000 de vidas humanas; conflagración que tuvo un sangriento preámbulo en nuestra guerra civil de tan infausto recuerdo y desdichada y prolongada postguerra, con las persecuciones y venganzas acaecidas en ambos bandos en contienda.
Si recordando estos hechos históricos tan recientes no somos capaces de reaccionar, estamos obligados a repetirlos, como dice el adagio: “El país que no recuerda su historia está obligado a repetirla”.
 
Rafael Asunción Martínez
Jubilado y militante de APM (Agrupament  Progresiste de Manises) 

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